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 CLAMIDYA PSTTACY 
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Nota CLAMIDYA PSTTACY
Chlamydia psitacci ---- CLAMIDIOSIS
Clamidiosis es considerada como de riesgo para personas que trabajan con pericos y palomas, o para gente trabajando con pavos en plantas de matanza y laboratorios de diagnostico avícola.
El periodo de incubación para clamidiosis es de 4-15 días, aunque 10 días es lo más común. En aves afectadas, es común la presencia de síntomas como la diarrea, tos y descargas nasales y oculares. Puede haber una alta tasa de mortalidad si la enfermedad no es tratada. En pavos hay una caída de la producción de huevo. En humanos, se manifiesta como enfermedad respiratoria febril.
Hay una presencia repentina de escalofríos, dolor muscular y articulaciones, dolor de cabeza, tos, perdida de apetito, y dolor de pecho. Complicaciones pueden originar inflamación del bazo, inflamación del músculo cardiaco, y disminución del ritmo cardiaco.
Las aves afectadas deben tratarse con clorotetraciclina u otro antibiótico de amplio espectro similar por 45 días para eliminar la infección. Las palomas y pavos deben tener mas tiempo de tratamiento para eliminar los portadores.
Los humanos afectados son tratados con tetraciclinas por un periodo de 21 días. Debido a que este antibiótico puede ligarse irreversiblemente a ciertos minerales, el contenido de calcio de la dieta debe mantenerse bajo durante el tratamiento.




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AVIARIO DIEGO Y CLAUDIA. BAEZA 2008

ASOCIACIÓN ORNITOLÓGICA EL AVIARIO DE ÚBEDA

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Mejor pocos y bién atendidos que muchos mal cuidados.
Francisco J. Romero Campos C.N. S-861
-ASOCIACION DE CANARICULTURA Y ORNITOLOGIA INDALO
-ASOC.ORNIT.DEL VALLE DE ALMANZORA


11 Mar 2009, 23:12
Perfil YIM
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Nota 
El género Chlamydia, de la familia Chlamydiaceae y del
orden Chlamydiales, ha estado integrado, hasta hace
muy poco tiempo, por dos únicas especies: Chlamydia
trachomatis y Chlamydia psittaci. Esta última es causa
de una enfermedad que, durante años, se ha considerado
que afectaba fundamentalmente a las aves y que
tan sólo de forma esporádica se transmitía al hombre.
En ese caso se producía una infección respiratoria, de
gravedad diversa, a veces una neumonía y, más raramente,
un trastorno extrapulmonar. En las primeras
infecciones por C. psittaci descritas en la literatura, la
fuente de infección fueron aves exóticas, importadas
desde los trópicos y pertenecientes a la familia de los
psitácidos (loros, cotorras, periquitos, papagayos),
motivo por el que la enfermedad recibió el nombre de
psitacosis. Posteriormente se ha demostrado que dicha
bacteria puede infectar a más de 100 especies
distintas de aves, por lo que en ocasiones se ha preferido
la denominación, quizá más correcta, de ornitosis.
A pesar de que el antecedente del contacto con aves
resulta importante cuando se sugiere el diagnóstico de
psitacosis, muchas de las observaciones que se describen
son esporádicas y la ausencia del dato
epidemiológico es bastante frecuente1-3. Varias circunstancias,
reconocidas en los últimos años, pueden explicar
este hecho. Inicialmente se señaló que para que
se produzca un contagio efectivo, quizás no es necesaria
la existencia de un contacto estrecho ni prolongado
con las aves, ni que éstas presenten signos de
enfermedad actual4. Más recientemente se ha comprobado
que en la psitacosis también son posibles otras
fuentes de infección, ajenas a las aves, únicos
reservorios considerados hasta este momento. En efecto,
la seroprevalencia de anticuerpos frente a C. psittaci
en algunos mamíferos (gatos, perros, ovejas, vacas)
puede ser llamativamente elevada5,6 y de algunos estudios
parece desprenderse, incluso, que estos animales
tienen capacidad para transmitir la enfermedad
al hombre7. Finalmente, y ya desde 1984, se ha pensado
en la posibilidad de un contagio interhumano8. La
realidad e importancia de este mecanismo de transmisión
se ha puesto claramente de manifiesto en los últimos
años, lo que ha llevado, entre otras cosas, al reconocimiento
de una nueva especie de Chlamydia, la
Chlamydia pneumoniae.
En 1985 se describió un brote epidémico de neumonía
en el que no existía el antecedente del contacto con
aves y que se atribuyó, por primera vez, a una cepa
poco común de Chlamydia9. Esta cepa se catalogó, inicialmente,
como una nueva variedad de C. psittaci, a
la que se denominó TWAR, en atención a las siglas de
los dos primeros aislamientos conseguidos (TW-183 de
Taiwan y AR-39 de acute respiratory disease)10,11. En
1989 se demostró que la variedad TWAR presentaba,
en realidad, una serie de diferencias substanciases, en
cuanto a la morfología de los corpúsculos elementales,
perfil proteico, estructura antigénica y homología del
ADN, con las dos especies de Chlamydia conocidas
hasta entonces. Se decidió, por ello, que la variedad
TWAR pasara a constituir una nueva especie, la tercera
del género Chlamydia, para la que se propuso la
denominación de C. pneumoniae12,13, actualmente
aceptada.
En estos últimos años se ha comprobado que la C.
pneumoniae es un patógeno respiratorio bastante frecuente
y que puede ocasionar tanto neumonías como
infecciones de la vía aérea superior e inferior10,14. Parece
transmitiese por vía inhalatoria, de enfermo o portador
a persona sana, sin que hasta la fecha se haya
identificado ningún reservorio animal11,15,16. Publicaciones
recientes le otorgan responsabilidad en un 6 a 12
% de las neumonías extrahospitalarias, por lo que sería,
si estos hallazgos se confirman, uno de los agentes
causases más comunes en este tipo de infecciones15,17-
20. Estudios de seroprevalencia basados en la detección,
mediante microinmunofluorescencia, de
anticuerpos específicos frente a C. pneumoniae, sugieren
que el microorganismo se encuentra ampliamente
distribuido en el mundo, con unos tantos por ciento
de seropositividad que varían, según la edad y las zonas
geográficas consideradas, entre un 15 y un 75 %
de los sujetos investigados10,11,21,22.
Trabajos epidemiológicos realizados en España han
puesto de manifiesto que no menos de un 4 % de las
neumonías extrahospitalarias son debidas a C.
pneumoniae23,24. Es más, según Guerrero et al25, un
60 % de los enfermos hospitalizados con neumonía,
un 35,5 % de los donantes de sangre y un 36 % de los
donantes de semen son seropositivos frente a dicho
germen. Cabe pensar, por tanto, a la vista de estos
datos, que la infección por C. pneumoniae es endémica
en la población general y todo parece indicar que se
trataría de una de las bacterias más frecuentemente
implicadas en enfermedades respiratorias.
El reconocimiento exacto, en la práctica, de la especie
de Chlamydia responsable de una infección
broncopulmonar determinada, no es fácil en el mo-
mento actual. El cultivo y aislamiento del microorganismo,
a partir de las secreciones respiratorias o del fluido
del lavado broncoalveolar, es una tarea laboriosa y
sólo posible en algunos tipos celulares (HeLa 229,
McCoy, BHK-21, HL) y en saco vitelino de embrión de
pollo26.
La visualización directa e identificación de la especie
precisa, además, del empleo de anticuerpos
monoclonales conjugados con fluoresceína, hoy en día
disponibles en muy pocos laboratorios11.
El análisis serológico, a pesar de sus conocidas limitaciones,
es el procedimiento en el que descansa el diagnóstico
de las clamidiasis en la mayoría de las ocasiones.
La fijación de complemento, técnica ampliamente
utilizada a tal fin en la psitacosis durante muchos años,
parece un método poco eficaz, ya que sólo es capaz
de detectar los anticuerpos dirigidos contra un antígeno
lipopolisacárido género-específico a aparición es tardía
o débil en las reinfecciones24,27. Se trata, por tanto, de
una prueba que, además de poco sensible, no permite
diferenciar entre las tres especies de Chlamydia. Es
posible, en consecuencia, que algunos o muchos de
los casos de psitacosis diagnosticados con anterioridad
por este procedimiento fueran debidos, en realidad,
a C. pneumoniae, como ya se ha podido demostrar,
de forma retrospectiva, en varios trabajosos10,16,28-
30. Todo parece indicar que la infección por C.
pneumoniae es mucho más frecuente que la producida
por C. psittaci11,27,30 si bien no existe unanimidad al
respecto31.
La microinmunofluorescencia u otras tecnicas introducidas
más recientemente, como el
enzimoinmunoanálisis, son métodos más específicos y
sensibles, siempre que se utilice el antígeno correcto,
para diagnosticar la enfermedad respiratoria originada
por cualquier especie de Chlamydia. Así, por ejemplo,
la presencia de anticuerpos frente al antígeno de 98-
kDa de la denominada estructura proteica mayor de la
membrana ( major outer membrane protein o MOMP),
existente en los corpúsculos elementales, es específica
de la infección por C. pneumoniae32,33. La
microinmunofluorescencia ofrece la ventaja adicional
de permitir la detección de lgM y, por consiguiente, la
de posibilitar el diagnóstico de una infección reciente.
No obstante, algunos de los antígenos comerciales hoy
en día disponibles en España no son suficientemente
eficaces como para diferenciar entre C. psittaci y C.
trachomatis, por lo que también pudiera pensarse en
la existencia de reacciones cruzadas con C. pneumoniae
e incluso con otros gérmenes34.
En los últimos años se han comenzado a utilizar técnicas
de diagnóstico basadas en la amplificación de secuencias
específicas del ADN de la bacteria, en concreto
las de reacción en cadena de la polimerasa. Su
aplicación a diversas muestras biológicas se ha encaminado
a la detección, identificación y diferenciación
de las infecciones producidas por cada una de las tres
especies de Chlamydia. Los resultados son prometedores. Bañó Aracil et
al38 describen un interesante brote familiar de psitacosis.
Aunque el antecedente epidemiológico del contacto con
un psitácido es evidente y el contexto clínico también
es compatible, el método serológico utilizado es la fijación
de complemento, por lo que el diagnóstico preciso
de la especie Chlamydia implicada en el origen de la
enfermedad no puede asegurarse. Cabría incluso pensar
en la posibilidad, al menos hipotética, de que el ave
reseñada no fuera la fuente primaria del contagio y
sospechar entonces la existencia, ante la ausencia de
seroconversión, de una infección por C.
pneumoniae11,27. En tal sentido, varios trabajos recientes
ya se han referido a la aparición intrafamiliar de
neumonías por esta nueva especie de Chlamydia11,39.
El descubrimiento de la C. pneumoniae y el reconocimiento
de su probable protagonismo en muchas infecciones
respiratorias constituyen, ciertamente, el mayor
avance de la «clamidiología» en la última década.
Numerosas preguntas se abren ante estos hallazgos.
Algunas quizá sólo semánticas. ¿Deben continuar designándose
como psitacosis las neumonías producidas
por C. pneumoniae o debe reservarse este término,
como parece más lógico, para las ocasionadas
específicamente por C. psittaci? Otras, sin duda, de
mayor calado. ¿Cuál es la importancia real, en el hombre,
de esta infección? ¿Existen diferencias geográficas?
¿Puede influirse sobre su mecanismo de transmisión?
¿Cuál es su espectro clínico y su historia natural?
¿Es la C. pneumoniae responsable de un tanto por ciento
importante de esas neumonías en las que, aún hoy en
día, no se alcanza un diagnóstico etiológico de certeza?
En tal caso, ¿es posible mejorar, en la práctica, los
métodos diagnósticos? ¿Se modificarán, en consecuencia,
nuestros actuales esquemas terapéuticos en las
infecciones respiratorias intra o extrahospitalarias? ¿Cuáles
son las medidas preventivas más aconsejables? Los
próximos años aclararán, probablemente, algunas de
estas preguntas.
BIBLIOGRAFÍA
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Chlamydia psittaci. J Infect Dis 1985; 151: 832




Falta un poco de bibliografía. pero si la nec esitas la cuelgo. Un saludo
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com
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